GUILLERMO ARES/ Profesiones de responsabilidad

GUILLERMO ARES/ Profesiones de responsabilidad
  27/03/2017

 

Si bien es cierto que todo trabajo debe realizarse de forma responsable partiendo de la base que si nos pagan en euros buenos desde el primer céntimo al último, ese trabajo debe ser bueno de principio a fin, las cosas no son de ninguna manera parecidas a este concepto.

            Existe la idea del “error humano”, los humanos lo somos y por tanto imperfectos por naturaleza, total, se nos deben perdonar las faltas debidas a la imperfección que nace con nosotros.

            Nada más disparatado, hay profesiones en las que un error puede costar muy caro, lamentablemente no siempre al que comete ese error.

            Algo falla en nuestro sistema, un lugar donde no se deberían permitir errores de ningún tipo es en la sanidad, los hospitales están llenos de alumnos en prácticas que deberían tener zurcido a su costado a un médico veterano y experto que les oriente, apoye, enseñe, saque de dudas y garantice el resultado.

            Eso no ocurre, un domingo o una madrugada en un hospital comarcal sólo hay un especialista, cuando lo hay, que generalmente es un médico recién recibido que chupa guardias hasta el cansancio para pagar su novatada.

            Mal pagados es la excusa o argumento para su mal genio, pocos medios y menos personal para tanta urgencia son sus atenuantes que, en ningún caso deberían justificar el pésimo trato que demasiadas veces dan al enfermo.

            Pésimo por intolerante, nada empático, poca dedicación, ninguna actitud apaciguadora sino todo lo contrario, logrando que pacientes y familiares se conviertan en impacientes en un ambiente que se parece más a un mercado que a un hospital.

            Es normal lo que debiera ser inadmisible, no se entiende que en un espacio de tiempo de tres horas a treinta kilómetros de distancia un mismo paciente pase de tener que ser operado de una fractura de hombro a no necesitar más que un barato cabestrillo que se desacomoda a las pocas horas.

            Sólo queda esperar resultados, nadie se atrevería a desautorizar a uno ni al otro, aún cuando el primero hace temblar por su juventud y evidente inseguridad disfrazada de carácter serio y distante y el segundo derrocha desafío preguntando si creemos tener más experiencia que él cuando simplemente exponemos la opinión del anterior y preguntamos cuál es la buena.

            Ahora bien, si todo sale bien, el veterano arrogante tendría razón, daremos gracias a no haber caído en las manos del primero, pero si algo sale mal...

            Esa es la gran incógnita.

            ¿Se puede permitir que quienes aún no tienen los conocimientos suficientes soporten el peso de toda una especialidad en un hospital vacío de médicos en domingo?

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