GUILLERMO ARES/ Un minuto de silencio por Rita

GUILLERMO ARES/ Un minuto de silencio por Rita
  28/11/2016

No recuerdo haber visto, leído y oído tanta disparidad de opiniones sobre “el minuto de silencio” dedicado a la memoria de un muerto.

            Este minuto es una tradición, un protocolo sin colores, razas o credos, una muestra de respeto, ya sea por el pasado en vida o por el futuro en muerte de alguien a quien no se puede condenar a nada porque físicamente ya no existe.

            Más allá de historias del más allá, más allá de pruebas, culpas y supuestos, Rita Barberá fue un ser humano querido por muchos y despreciado por otros, independientemente de su ideología política, de su dudosa honestidad en el cargo que ocupó y de muchas cosas buenas que seguramente hizo y sólo unos pocos lo sabrán.

            Lo cierto es que personas que debieran tener las ideas más claras que les cualifiquen para ocupar determinados cargos de gran responsabilidad, no las tienen y se bajan al umbral del erróneo orgullo pretendiendo dar clases cuando en realidad sólo dan la nota.

            Negarse a brindar ese minuto de silencio a un muerto, es un desprecio a la vida, a la de quienes seguimos en ella con nuestros valores, dudas y luchas por hacer las cosas lo mejor posible, lo humanamente posible.

            No se es “más” por el simple hecho de ser rebelde, sólo se es diferente y contrario a ciertas normas muy arraigadas en una sociedad que necesita aferrarse a valores y costumbres que no hacen daño aunque tampoco otorguen beneficios.

            Saltarse esas normas no nos hace mejores, ir a la contra por sistema no ayuda a mejorar nada, muchas veces es mejor seguir al rebaño que apartarse de él.

            El minuto de silencio es un representante del respeto por la vida, no importa la de quien, no hay novia fea ni muerto malo, nada se gana con destapar verdades cuando ya no hay nada que las pueda remediar.

            No hace falta ir en contra de nuestras ideas, si somos radicalmente opuestos a las del fallecido, bastará con respetar su muerte y dejarle que se lleve sus ideas al más allá.

            La rebeldía sin control es de gran inutilidad, no sirve para mejorar ni alcanzar nuevos y sanos objetivos, sólo sirve para crear conflictos.

            Como en tantos otros casos, tal vez algún día se puedan probar los supuestos desarreglos de la gestión de Rita, lo que no se podrá hacer es condenarla, haya sido buena o mala persona desde cualquier punto de vista, le llegó el día de cumplir esa condena con la que todos nacemos antes de ser culpables o inocentes.

            Ahora toca juzgar su gestión, sea cual sea el resultado ya no hay condena.

            Su muerte es el pago por haber vivido, jamás por lo que haya hecho.

            Pido un minuto de silencio por Rita que, como todos, vivió sabiendo que iba a morir, lo que hizo ya es parte de la historia, sólo eso.

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