GUILLERMO ARES/ Cargos que cualquiera puede ejercer

Las representaciones diplomáticas de casi todos los países, por no cerrar un círculo de generalizaciones, son cargos que obviamente no necesitan mucha preparación específica.

            Lo que hace falta es ser buen amigo del gobierno que representa, a ser posible pertenecer a esa cadena de favores que mantiene la cúpula política de cualquier país.

            Sí, no se llamen a engaño, todos, o casi todos los países de este Planeta manejan mucho mejor la diplomacia desde la política que desde el conocimiento.

            La mayoría de los cargos de representación diplomática no están en manos de profesionales de la diplomacia cuyas carreras fueron obtenidas en universidades o trabajando toda una vida en Relaciones Exteriores.

            Así tenemos a ex políticos, ex presidentes de bancos o grandes compañías, personas con más formación de pandillas de barrio que diplomática.

            Claro está que la diplomacia es casi lo mismo, se trata de quedar bien con el gobierno del país en el que se tiene la delegación, adaptarse a los chanchullos locales, negociar según las tendencias de los gobernantes de ambos países, algo que cualquier político conoce y sabe ejercer con asombrosa habilidad.

            Da lo mismo la tendencia ideológica, los intereses materiales son los que mandan.

            Así hemos visto y, sin duda veremos, cómo grandes obras casi inútiles, guerras indudablemente inútiles son apoyadas por las diferentes potencias mundiales a las que se adjuntan aquellos pequeños países que, sin nada productivo que aportar se reinventan como paraísos fiscales donde va a parar el dinero mal ganado de tantos y tantos influyentes.

            Para los ingenuos de siempre, los idealistas que creen en las ideas de otros que no tienen más ideas que acaparar riquezas y poder, sepan que no siempre los políticos e ideales o la sesuda visión económica de quienes administran el Planeta son realmente quienes controlan la situación del Mundo.

            El control lo tienen los bancos, las bolsas, el poder lo da el dinero de las grandes empresas o fortunas personales que manejan a su voluntad la voluntad del resto de la humanidad.

            Así las grandes factorías amenazan con irse a otros mercados para producir sus productos, apostando con las cifras del paro, el trabajo mal pagado, la explotación de niños y no tan niños en un juego donde gana el que está cerca de los influyentes.

            Lo curioso es que toda esta gente se doctora en la universidad de la vida, porque no existe la carrera de chupón y los que siguen la diplomática sólo llegan a una ventanilla donde se expiden pasaportes o se hace trabajo de archivo, sellos y certificaciones.