Ayunar, pros y contras

  23/05/2014

??INÉS ROIG (*)

De la misma manera que se ha asumido e interiorizado que lavarse los dientes cada día, o las manos antes de comer, forma parte de hábitos para el cuidado de la salud y prevención de enfermedades, hay expertos que también estiman saludable realizar un ayuno periódicamente. No lo dicen pensando en la necesidad de adelgazar ni para purificar el espíritu o el alma. Lo dicen asumiendo el espíritu purificador pero refiriéndose a las toxinas que acumula el organismo del cuerpo humano.
Suscita dudas porque se fuerza al organismo a una situación que no es la habitual. Tanto los alimentos como el entorno medioambiental están cargados de contaminantes. Los órganos están congestionados de toxinas. El hígado, los riñones, los intestinos, la piel y las vías respiratorias son el lugar de paso necesario para llevar las toxinas al exterior del cuerpo, y son también los órganos que filtran los residuos de la sangre.
En las curas de limpieza hay que seguir un protocolo, por lo que los ayunos solo deben seguirse durante periodos limitados y adaptarse a las capacidades de cada persona (de unos días a una semana).
El cuerpo no almacena vitamina C ni las del grupo B. Son sustancias que necesita ingerirlas diariamente. Si se ayuna se somete al cuerpo a un estrés que lo descompensa. Las reacciones que pueden producirse en el cuerpo durante el ayuno pasados tres días son hipotensión, mareos, cansancio, debilidad, migrañas, y por tanto se recomienda hacerlo siempre bajo la supervisión de un médico o un nutricionista.
Durante un ayuno el cuerpo pasa por distintas etapas en la medida que pasan los días. El primer y segundo día predomina el consumo de los hidratos de carbono de reserva, por lo que disminuye la concentración de glucosa. Una vez se reajusta el organismo para seguir suministrando la glucosa que precisa, sobre todo en el cerebro, aumenta el consumo de grasas. Es una etapa que dura más o menos días según la constitución de cada persona. Si el ayuno persistiera, el organismo pasaría a consumir proteínas musculares y puede llegar a ser peligroso para el cuerpo.
No todo el mundo puede hacer ayuno. Se desaconseja especialmente en el caso de los niños y adolescentes, así como en mujeres embarazadas. También deben abstenerse personas con trastornos alimentarios, hipoglucemia, problemas cardiovasculares o diabéticas, además de personas con cáncer o anemias.
Es recomendable preparar el cuerpo para evitar el efecto rebote, como el incremento de la ansiedad por comer, nerviosismo y dificultad para dormir.
Se aconseja empezar con ayunos cortos y llevarlos a cabo durante el fin de semana, combinados con actividades relajantes y largos paseos en un entorno tranquilo. Es una manera de depurar no solo el cuerpo sino también la mente. Realizar actividades agradables puede ayudar a olvidar la sensación de hambre, sobre todo los primeros días.
Tan importante es la preparación como el día después. Se recomienda añadir los alimentos de manera progresiva y de fácil digestión. Desde la incorporación de frutas, seguido de las verduras, los cereales y las legumbres. Hay que evitar grandes comilonas a la salida del ayuno.
El ayuno no es una panacea universal si no hay un cambio de actitud y de hábitos tras llevarlo a cabo. El cuerpo está preparado para eliminar de forma natural las sustancias tóxicas. Pero si nuestra dieta está desequilibrada, se ingiere demasiado alcohol, demasiada sal, demasiadas proteínas animales, estamos forzando el organismo.
En cualquier caso, si se ayuna, al menos que sirva como aliciente para después tomar conciencia de lo que se está comiendo y como se hace.

(*) Farmacéutica

 

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