Cómo puede ser el mundo cuando abramos la puerta

Cómo puede ser el mundo cuando abramos la puerta
  27/04/2020

INÉS ROIG (*)

 

Cientos de millones de personas hemos cerrado la puerta de nuestras casas con nosotros dentro. Con un objetivo: frenar la expansión del nuevo virus SARS-Cov-2. El impacto de este confinamiento global, la llamada crisis del coronavirus, ya ha cambiado el mundo. Pero cómo será cuando volvamos a cruzar los umbrales de nuestros hogares aún no está escrito.

Somos conscientes de la situación, pero creemos que es un buen momento para construir un futuro esperanzador, con un mensaje de confianza en nuestra capacidad como sociedad para construir un día después que conecte con la ambición de un mundo más sostenible e inclusivo Hay gente que dice que vamos a volver a la normalidad. ¿A cuál? Yo no quiero volver a la normalidad que ha provocado esto.

Con el propósito de construir un mundo distinto para cuando salgamos del encierro, los expertos han reflexionado sobre las lecciones que se pueden extraer de la debacle que ha provocado este coronavirus en términos humanos y materiales. Estamos frente a un fenómeno que nuestra generación no ha vivido nunca. Vivimos algo parecido a lo que fue la Segunda Guerra Mundial, seguramente con menos mortalidad, pero con unas consecuencias tremendas que afectarán a toda la población. Igual que después de esa guerra nació un mundo nuevo, tendrá que surgir otro distinto después de esta crisis.

Una de las grandes ideas que vamos a empezar a manejar es la seguridad. No de policía y ejército, sino de sociedades más resilientes, que viven en un ecosistema sano y adecuado, con una economía diversificada y capaz de producir unos mínimos. Y menos desigual.

Ahora, el virus amenaza con volver a golpear a los más necesitados. No es solo por la falta de empleo. Ahora mismo, la mayoría de niños estudia en sus casas a través de aplicaciones online. ¿Qué pasa si en casa no hay conexión o solo un ordenador para toda la familia? Tenemos que volver a situar la lucha contra la desigualdad en el centro de la economía. Esta crisis genera desigualdad y llueve sobre mojado.

El día después nos vamos a dar abrazos y nos felicitaremos por el éxito. Pero será un logro pírrico, porque dejará miles de muertos. El triunfo real no será vencer este virus, sino que no tengamos pandemias.

En los años setenta pensamos que se podrían erradicar las enfermedades infecciosas; en los ochenta, con el sida, se acabó esa idea. Las epidemias que se han vivido año tras año desde entonces, eran señales de una crisis al ralentí, lo que supone que la población no se moviliza. Ahora sí somos conscientes de la importancia de nuestros sistemas de salud. Algo parecido ocurre con el cambio climático. Decimos que existe una emergencia climática, pero no tomamos las medidas que deberíamos.

Habrá que tomar medidas bastantes drásticas para sacudir a la sociedad porque muchas personas ven el medio ambiente como algo ajeno. Por eso, y con la certeza de que la naturaleza nos está devolviendo el daño que los seres humanos le hemos infligido, hay que considerar la preservación de nuestro planeta como una inversión en salud y no un sumidero de gasto.

 

(*) Farmacia Las Marinas.

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