El desayuno insano de los niños españoles

El desayuno insano de los niños españoles
  12/02/2018

INÉS ROIG (*)

 

Aunque muchos no lo quieran ver, los niños españoles, en general, desayunan mal. Que nos sorprenda a estas alturas que un niño no tome leche con cacao azucarado y galletas como primera comida del día es el más claro síntoma de que nos falta información. Lo dicen las cifras de obesidad y los datos acerca del consumo de azúcar porque, los niños marchan al colegio habiendo ingresado a partir del desayuno más de la mitad del azúcar máximo que en ningún caso sería recomendable superar en un día. Los desayunos se han industrializado: Cacao con azúcar, leches de crecimiento, crema de cacao, bollería, zumos comerciales o cereales de desayuno lo convierten en un desayuno pésimo.

            Hemos normalizado en nuestro día a día un producto insano, y con nulo interés nutricional, como son las galletas. Las familias optan por soluciones rápidas como son lácteos chocolateados, galletas y/o cereales azucarados que la industria ha conseguido colocar en los supermercados ocupando decenas de metros lineales con envases atractivos para los niños.

            El principal problema es que los desayunos de los niños no han evolucionado, siguen igual desde hace 25-40 años, desde que entraron en los supermercados grandes paquetes de galletas, ofreciéndose envases de tamaño familiar. Lotes que deberían llamarse “envases obesógenos” en vez de “envases ahorro” porque tener en casa al alcance gran cantidad de un producto que no es saludable, provoca de manera irremediable que el consumo sea superior que si el envase fuera pequeño o normal. La entrada hace décadas de productos procedentes de Estados Unidos como los cereales hiperprocesados con gran cantidad de azúcar completaron el indigesto menú familiar de las mañanas.

            Del continente americano no solo importamos un buen número de alimentos insanos, como los cereales, también las técnicas de marketing que la industria alimentaria tomó y transformó en mensajes que enganchaban, con ritmillos y melodías que aún recordamos el “desayuno y merienda ideal”. Fueron calando en las familias y han llegado hasta hoy, modernizados y adaptados, transmitiendo el mismo mensaje.

            La publicidad, junto a las recomendaciones de personal poco actualizado, la actual, los conflictos de interés con la industria y la poca información y educación nutricional que hay hoy en día, son los factores que han contribuido a mantener durante años esta normalización de determinados productos insanos, tales como las galletas, las magdalenas o los cereales, como algo cotidiano y “saludable” cuando la realidad es que no deben formar parte de la alimentación de los niños de manera habitual.

            El desayuno no es la comida más importante del día. Al menos, no lo es más que la comida, la cena o la merienda. De nada serviría un desayuno nutricionalmente perfecto si la comida o la merienda, estuvieran compuestos de alimentos poco saludables.

            No existe el desayuno ideal, hay muchas posibilidades, que no pasan por lo dulce. Se puede comenzar el día con fruta natural cortada, un vaso de leche entera o un yogur; pan integral untado con tomate o aceite de oliva o aguacate, serían opciones muy sabrosas y saludables.

            Está más que demostrado que el patrón lácteo+fruta+cereales se puede malinterpretar fácilmente (lácteos azucarados, zumos, cereales de desayuno, galletas y bollería), por lo que su recomendación es que el desayuno (como las demás comidas del día) sea comida de verdad, evitando los productos ultraprocesados.

 

(*) Farmacia Las Marinas.

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