En Clau de Dona / María Ferrer: “Veo muchas películas de risa y cada día doy gracias por lo menos trescientas veces”

En Clau de Dona / María Ferrer: “Veo muchas películas de risa y cada día doy gracias por lo menos trescientas veces”
  26/10/2020
“No hay peor guerra ni pandemia que el cáncer” “Algo no va bien, las muertes por cáncer de mama suben”

Reproduce cada secuencia como si la estuviera viendo en el mismo instante. Aquellas que envolvieron esos momentos que quedan grabados con fuego en lo más hondo de los recuerdos, los que te marcan la vida. A la javiense Maria Ferrer le han tocado vivir bastantes de esos desde que hace cuatro años le diagnosticaron un cáncer de mama. La misma enfermedad que se llevó por delante a su madre muy joven, cuando apenas contaba 41 años. Precisamente a la misma edad que a ella le diagnosticaron un cáncer con cinco tumores; en concreto, un carcinoma infiltrante multifocal, que no presentaba síntomas. 

En uno de aquellos momentos, ya con el diagnóstico definitivo en las manos, salió de la consulta de la doctora en Valencia y se sentó en un apartado. Llamó a su padre y le dijo que se sentara, porque le iba a dar una noticia hiriente. No terminó la llamada sin avisarle de que iba a luchar hasta el final, que se sentía con muchas fuerzas y que algún día lo iba a llamar para darle la noticia de su sanación. Ha llorado mucho desde entonces, valora más el tiempo y hoy está libre de enfermedad -que no curada-. Esta activista de la lucha contra el cáncer de mama -así se considera- asegura que no hay peor guerra ni peor pandemia que el cáncer, y advierte de que “algo no va bien, las muertes por cáncer de mama suben” en la Comunitat Valenciana.  

 

PREGUNTA: ¿Cómo es la lucha diaria de Maria Ferrer contra el cáncer de mama?

RESPUESTA: Mi lucha es para dar visibilidad al cáncer de mama y para reivindicar más investigación. Lo que más me enorgullece, participar en iniciativas que sirgan para dar a conocer que el cáncer de mama necesita sobre todo mucha investigación. Participo o apoyo cualquier iniciativa que sirva para recaudar fondos, y hay muchas. También abrí una tienda por internet, segundavida para la venda de pintalabios y gorras. He hecho pulseras, fiestas, rifas, … 

P: Y sobre todo la campaña de recogida de firmas para pedir que se anticipe las mamografías a los 40 años. 

R: En una de las tantas noches sin dormir me metí en change.org para recoger firmas a favor de bajar el cribado -prueba para la detección precoz del cáncer de mama- desde los 45 a los 40 años. Son cinco años muy determinantes para luchar contra la enfermedad. Entonces, me puse a recorrer pueblos con las hojas para firmar, mis hijos, e incluso un paraguas porque no podía tomar el sol. Conseguí más de 200.000 firmas que entregué a Enric Morera, el presidente de Les Corts Valencianes.

Me dijeron que era muy difícil y complicado cambiar eso, porque dependía de organismos europeos, pero sí que les pedí que, al menos, hicieran muchas campañas de detección y prevención, porque el tiempo lo define todo en este tipo de enfermedad. Y esa es mi lucha.

P: ¿Por qué decide convertirse en una activista contra el cáncer de mama?

R: Lo decidí estando aún convaleciente del tratamiento de la quimio. Sentí la obligación de echar una mano pensando en mi madre que perdió la vida a la misma edad que a mí me detectaron el cáncer, y porque no estaba decidida a quedarme en casa. Lo peor para combatir esta enfermedad es quedarse en casa pensando. 

P: De repente un día le dan el diagnóstico. ¿Cómo vivió ese momento?

R: Me vino de inmediato el recuerdo de cuanto me tocó acompañar a mi madre en la enfermedad, cuando yo tenía entre 15 y 18 años. Lo primero que pensé es que ahora me toca a mí. Al principio no dije nada a mi familia, aunque ya cuando me confirmaron el diagnóstico lo tuve que comunicar. Cuando se lo dije a mi padre, supongo que le cayó el mundo encima, como me sucedió a mí, pero luego pensé que tenía una posibilidad de luchar, y que por tanto no había que lamentarse. Si la doctora me dijo que había opciones de luchar y vencer, no tenía razón para pensar en lo peor. Me agarré a mis cinco hijos y pensé en mi madre, que fue la primera que me vino a la cabeza, y por todos ellos me dije que tenía que salir adelante. 

P: Después llega la operación. 

R: Le dije a la doctora que confiaba plenamente en ella y que hiciese lo que considerase mejor. Me puse en sus manos. Luego fueron siete meses de quimioterapia, la más fuerte, y dos meses de radioterapia. 

P: Y luego toca salir adelante.

R: Me considero una mujer muy positiva, de las que piensan que con la actitud se gana la primera batalla al cáncer. Esta enfermedad quiere verte triste, decaída, derrotada, … pero si haces todo lo contrario la estás venciendo. Al cáncer le molesta mucho la positividad del enfermo. No se trata de ganar ni de ser guerrera, sino una cuestión de actitud. El optimismo y la positividad suponen un 50% de garantías de curación.

 

VER MUCHAS PELÍCULAS DE RISA

 

P: ¿Qué consejos podría dar a las personas enfermas de cáncer?

R: La principal que no busquen en internet para autodiagnosticarse, porque cada persona es un mundo y su cuerpo actúa de forma distinta ante las enfermedades y las adversidades. Luego otro consejo, que me fue muy bien, es ver películas de risa y mantener la mente ocupada. No hay que dejar tiempo para pensar en la enfermedad, aunque luego por la noche es difícil porque los sueños no los puedes controlar. Hacerse planes de viaje para cuando este mejor, ver el mar, disfrutar de la vida y ser agradecida. Yo he visto muchas películas de risa y cada día doy gracias por lo menos trescientas veces. 

P: ¿Sirve aquello de que o te vence o te hace más fuerte?

R: Es un sufrimiento permanente, y nunca diré que no tengo miedo, sobre todo cuando tocan las revisiones. Pero también ha servido para darme cuenta que soy más valiente de lo que pensaba. Me he hecho más fuerte aferrada a mis hijos. A veces pienso en una posible recaída y por eso trato de vivir la vida al máximo. Me enfrento a una bestia, pero yo soy otro bestia. 

P: Encima madre de cinco hijos. 

R: Durante un tiempo lo mantuve oculto, sobre todo a los más pequeños. Hasta un día me pillaron sin peluca y les hablé de una alergia. La palabra cáncer es muy dura, pienso que no les debería llegar a oídos de los niños. Pero a ellos se lo dijeron en la escuela, que su mamá tenía cáncer. Yo les hablo siempre de vivir el presente, que estoy aquí, y que no voy a dejarlos solos. No he dejado de llevarlos al cole ni un solo día, incluso ni cuando podía andar. De ninguna manera hay que asustarlos. 

P: ¿Qué diferencia el cáncer de mama de los otros tipos?

R: Creo que lo único que lo hace diferente es que se trata del cáncer que más vidas de mujeres se lleva por delante en España. En 2019 murieron en la Comunitat Valenciana 707 personas, y para 2020 la estimación se sitúa en las 715. Esto significa que algo no va bien porque está subiendo la cifra. 

P: ¿Qué efecto ha tenido la pandemia sobre la enfermedad?

R: Durante tres meses se han detenido los cribados, aunque no los tratamientos que siguen su camino. Esto significa que los diagnósticos van a aumentar más adelante. 

P: ¿Y la respuesta de la sanidad pública en nuestra comarca?

R: A mí me detectaron el cáncer de mama con 40 años, pero porque fui a una consulta privada. En el Hospital de Dénia anteriormente se realizaban los cribados a los 47 años, aunque yo he luchado para que se hagan por lo menos a los 45 años. Para ello se reforzó el servicio durante dos tardes a la semana, cuando antes solo se realizaban por las mañanas, en un intento por ponerse al día, que después la pandemia ha frenado de nuevo. 

P: ¿Hace falta algo más que ponerse el lazo rosa?

R: Si el lazo rosa sirve para dar visibilidad a la enfermedad, y que se conciencien en invertir y ayudar a los pacientes, hay que ponérselo. Pero sobre todo lo que más falta hace es inversión. Los países gastan mucho en armamento y ahora también con la pandemia, pero no hay peor guerra ni peor pandemia que el cáncer. El COVID pasará un día, pero el cáncer continuará siendo la pandemia del siglo XXI. 

P: ¿Se ha planteado alguna vez abandonar el activismo?

R: Siempre pienso en frenarme un poco, de alguna manera, y seguir mi vida, pero hay algo por dentro que no me deja. Al mismo tiempo estoy pensando en todo momento que se puede hacer, porque me motiva mucho pensar que esto puede salvar aunque sea una sola vida, y que esa vida podría haber sido la de mi madre, y que la podría haber tenido ahora a mi lado. 

P: ¿Cómo le ha cambiado la vida respecto de antes de la enfermedad?

R: Cambia la manera de medir el tiempo. Cambia que cada vez que me levanto de la cama doy gracias a la vida por un día más. Cambia que ahora veo todo a través de los ojos del corazón, y que todo lo hago desde el amor. Quiero dejarles valores a mis hijos y que siempre tengan amor por todos los lados, como mi madre hizo conmigo. 

P: ¿Llora mucho?

R: Todos los días, pero de felicidad por vivir.

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