Esas posaderas… ¡qué no pasen ocho horas sentadas!

Esas posaderas… ¡qué no pasen ocho horas sentadas!
  26/12/2016

INÉS ROIG (*)

Se les conoce popularmente como culos carpeta. Están por todas partes. No hacen distinción entre sexos o edades. Tampoco tienen demasiado que ver con los hábitos alimenticios. Una vez que han hecho aparición en nuestras vidas, resulta muy complicado librarse de ellos porque suelen ser el fruto de décadas de sedentarismo. Esos malos hábitos que nos gastamos todos han hecho que nuestros glúteos se queden lisos y pierdan el protagonismo físico que deberían tener, convirtiéndose en meros cojines para sentarse.

            Al hablar de protagonismo no nos referimos únicamente al factor estético. Porque el objetivo es unas nalgas robustas que cumplan a la perfección con el cometido para las que están diseñadas: ayudar a que nos movamos de forma eficiente. Y es que, sin darnos cuenta, esas ocho horas que nos pasamos, como mínimo, sentados en el trabajo, sumadas a las de los trayectos en coche o esos momentos de esparcimiento en el sofá, están destrozando y deformando nuestras posaderas de forma lenta pero segura.

            La consecuencia más importante es que, debido al aplastamiento al que sometemos a nuestros glúteos por pasar tanto tiempo sentados sobre ellos, se ven mermadas las capacidades de resistencia y elasticidad a través de la pérdida de colágeno y elastina, que tienen la función estructural de mantener la flexibilidad en los tejidos. Poco a poco, nos quedamos sin la capacidad natural de las nalgas para mantenerse firmes, tanto en forma como en textura. Por eso, es muy importante que cambiemos de postura cada cierto tiempo y que nos levantemos de la silla cada una o dos horas. De esa manera, no sólo lograremos prevenir lesiones en la zona lumbar de la espalda, sino que también daremos a nuestros tejidos una oportunidad para que se oxigenen. Al estar sentados, además, se genera una presión excesiva en el tendón rotuliano de la rodilla. Si mantenemos esa postura durante demasiado tiempo todos los días de nuestras vida, con el paso de los años, no sólo sufrirá el glúteo, también lo harán el resto de nuestras articulaciones.

            Es importante un trasero fuerte porque participa en cualquier movimiento que realizamos en nuestra vida cotidiana. Es el impulsor de cada zancada que damos al caminar, el extensor de la cadera, la base de nuestro equilibrio... El glúteo mayor es el motor principal del desplazamiento humano y es claramente diferente en tamaño, forma y función de cualquier otro primate. En la práctica de cualquier actividad deportiva, desempeña un papel esencial: Estabilizador del torso y las piernas, junto a los abdominales, nos ayuda a mantener la postura correcta, a impulsarnos, a evitar oscilaciones y a mejorar, en general, nuestro rendimiento en carrera. Mantenerlo fuerte evita un 70% de las lesiones de cadera. También de espalda y rodillas, ya que garantiza que nos movamos mejor. Si los glúteos no realizan correctamente su trabajo, éste terminará por recaer sobre otros músculos y articulaciones que no están preparadas para asumirlo, provocando lesiones y sobrecargas. Y, qué duda cabe, ser poseedor de un culo poderoso y bien tonificado, además, nos hace más atractivos.

            ¿Qué se puede hacer para remediar el desastre? Lo más aconsejable es hacer pequeños descansos de cinco minutos para cambiar de postura. Haga el experimento. Quizá conseguirá que su culo deje de ser un cojín y vuelva a convertirse en... ¡un motor!

(*) Farmacia Las Marinas.

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