Hacerse mayor tocando el piano

Hacerse mayor tocando el piano
  14/03/2021
Silke Ribes da recitales desde los 10 años y se marcha a Europa para ser música profesional

Por Dídac Vengut

Recuerden este nombre, Silke Ribes Castro, porque esta joven teuladina va para figura o, sino, tiempo al tiempo. Su vida está ligada a la música y ha crecido tocando el piano. A finales del 2021 cumplirá 18 años y da miedo leer su currículum a pesar de su corta edad. Silke inició sus estudios cuando tenía 4 años y dio su primer recital con 10 –que se dice pronto- junto a Sofia Melikian. Y, un año más tarde, fue finalista del concurso Lang Lang Telefónica del 02 de Berlín. No hay duda de una gran  precocidad ligada al talento. Sandra, su madre, ejerce de brújula para orientar su carrera hacia su destino. “Las cosas van muy bien y estoy muy orgullosa”, asegura. Y su hija tiene muy claro a dónde quiere llegar y se esforzará al máximo para conseguir su sueño, ser una concertista reconocida e impartir su magisterio en un conservatorio porque la vertiente pedagógica también le tira mucho.

        Pero talento y ganas deben ir de la mano de horas y horas de estudio y de una buena formación desde la base. Silke la tiene porque ha recibido clases magistrales y asesoramiento de una larga lista maestros como Juan Lago, István Székely, Oliver Kern, Pascal Rogé, Grigori Gruzman, etc. Ahora estudia en el Conservatorio Profesional de Música Mestre Berenguer con María José Uris y también recibe clases de Jesús Gómez. La última beca la llevó online hasta el Curtis Summerfest de Philadelphia. Silke ha actuado en salas como el Palau Reina Sofia y el Ateneo Mercantil de Valencia, en la Sala Maëne de Bruselas, en Notre Dame de Rouffach, en Francia, en el Claustro Real Colegio de San Bartolomé de Granada … Y ha obtenido diversos galardones en concursos como Pequeños grandes pianistas (Guadalajara), Don Juan de Borbón (Segovia), Danubia Talents (Roma), Città de Villafranca (Verona), Ciudad de Sevilla… y paro. ¿Impresiona o no?

        Ahora se ha hecho mayor –bueno, es un decir- y quiere celebrar su 18 cumpleaños en algún rincón de la vieja Europa. Silke busca plaza en algún conservatorio para dar un paso más y sacarse el grado superior para convertirse en una música profesional. Su destino estaba en el Reino Unido porque en el 2020 pasó hasta tres pruebas y obtuvo plaza en Birminghan, Manchester y en Escocia. Pero ha renunciado a las tres porque el número de becas que concedía el gobierno inglés antes del Brexit se ha reducido al máximo y necesita 30.000 libras para pasar allí un año. “Ha sido un palo muy grande porque ha costado mucho, se presentaba gente de todo el mundo, pero no hemos tenido más remedio que dejarlo”, comenta la madre. “Si lo hubiésemos sabido”, añade, “habríamos focalizado todo este esfuerzo en otro sitio. Pero Silke está bien formada y estudiará en otra parte, seguro”.

 

CONTROLAR LOS NERVIOS

 

        La afición por la música le llegó de manos de su madre, que es profesora en un centro de Primaria. Tocaba el violonchelo y el piano y se decantó por el segundo. No es lo mismo, según confiesa nuestra protagonista, tocar en casa sola que hacerlo delante de centenares de personas. “En algunas ocasiones he estado bastante nerviosa y eso es algo que he tenido que ir controlando con los años”, comenta Silke. “Ahora tengo más capacidad para estar en el escenario”, apunta, “y conectar con el público. Es algo que va con el tiempo”. Gracias a las masterclass ha podido “beber” de diferentes estilos, como la escuela rusa y la americana “y, aunque son puntos de vista muy diferentes, me nutro de todos ellos”, subraya.

        Los referentes de Silke son virtuosos del piano de antes y de ahora como Vladimir Jorovich, Daniil Trifonov, Ievgueni Kissin, Marta Algueriz y Alicia de la Rocha. A la hora de interpretar, su época preferida es, sin duda, el Romanticismo, con obras de Chopin, List, Schumann, etc. Pero, según cuenta, le gusta también abarcar otros estilos como el Impresionismo, el Barroco o piezas del Clasicismo de Beethoven o Mozart.

        En su mente está seguir estudiando para conocer todos los estilos que pueda tocar y así transmitirlos al público. No pone fronteras y sabe que su escenario es cualquier sitio en cualquier rincón del mundo. De hecho, según comenta, ha tocado el piano en distintos aeropuertos, mientras esperaba su vuelo, como los de Bruselas, Roma, Verona, etc. “Por aquellas tierras es una práctica habitual. Está de moda. Tú te apuntas y es una manera de dar a conocer tu repertorio”, dice. En su futuro se ve interpretando música de cámara y también acompañada por una orquesta.

        En el instituto de Teulada le han convalidado algunas asignaturas –las de música, claro- porque su nivel es muy superior. Silke va a la velocidad de crucero y ha aprovechado las oportunidades que la vida le ha dado.  El mayor apoyo es su familia porque “han sido muchos viajes, muchas peripecias para llegar a otro país con cuatro duros, buscando vuelos y residencias baratos, y mucho esfuerzo por su parte, con 5 a 6 horas de estudio todos los días, y los fines de semana incluso más”, subraya la madre. “Ha habido años que hemos estado mucho tiempo en los aeropuertos viajando para ir a los recitales, a los concursos y demás”, añade.

        Silke Ribes va a la conquista de Europa “porque es la cuna de toda la historia de la música”, advierte. Su brújula, pues, está bien orientada y su norte está en Amsterdam, Viena, Weimar o, quizás, Polonia. Tendrá que elegir y pasar exigentes audiciones para obtener una plaza. Pero seguro que puede con ello porque tiene como aval todo lo vivido por tierras británicas. Ribes tiene claro, al 100%, que quiere ser música. Y lo será porque tiene herramientas para ello, formación, talento y ganas. Tres buenas cualidades para llenar la alforja y buscar fortuna por el mundo.

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