Mi armadura (Mecanismos de defensa)

Mi armadura (Mecanismos de defensa)
  24/08/2020

VERÓNICA MONSONIS (*)

 

Los mecanismos de defensa son como armaduras que crean nuestra mente para protegernos del sufrimiento o manejar la ansiedad y mantener nuestra autoimagen.

Los empleamos para defendernos de emociones o pensamientos que producen ansiedad, sentimientos depresivos o una herida en la auto-estima.

Los mecanismos de defensa son una parte normal del funcionamiento de nuestra mente y sólo se les considera patológicos cuando se abusa de ellos o cuando son demasiado rígidos.

Estos mecanismos fueron propuestos por Sigmund Freud desde el paradigma del psicoanálisis. Se les suele clasificar como primarios (desarrollados en la infancia) o secundarios (desarrollados en épocas posteriores) y existen muchas clasificaciones. Algunos de ellos son:

LA REPRESIÓN:

Es el proceso que mantiene a las cosas (particularmente a los impulsos inaceptables) fuera de la conciencia.

La represión permite eliminar los sentimientos de dolor o ansiedad, pero si se utiliza en exceso tiene su costo, ya que hay que emplear gran cantidad de energía para mantener los eventos rechazados inconscientes.

Por ejemplo: la semana pasada hizo algo de lo que se avergüenza, trata de no pensar en ello y a la larga puede incluso no ser capaz de recordarlo.

LA NEGACIÓN:

Consiste en negarse a creer que el acontecimiento amenazante o aversivo ocurrió o que la condición existe. La negación es igual en muchos aspectos a la represión: ambas mantienen fuera de la conciencia cosas que el individuo se siente incapaz de afrontar.

Un ejemplo es la madre que se niega a admitir que su hijo murió en combate y sigue actuando como si estuviera vivo.

LA PROYECCIÓN:

Es el mecanismo mediante el cual un individuo atribuye a otro sus propios impulsos y deseos inaceptables y de esa forma se los oculta a sí mismo.

Ejemplo: La mujer que le atrae sexualmente un hombre por el que no debería tener esos sentimientos y a quien acusa de querer seducirla.

EL DESPLAZAMIENTO:

Consiste en cambiar el objetivo de un impulso, esto suele suceder porque el blanco elegido resulta amenazador y al cambiarlo se reduce la ansiedad.

Por ejemplo: la estudiante que está furiosa con un profesor y descarga su agresividad sobre su comprensivo novio evitando la ansiedad que surgiría si atacase realmente al profesor.

Fuente:

Espinaco, D. (2016). Orientación Emocional. Recuperado el 17 de agosto de 2020 de http/: daraespinaco.com/2016/10/31/mi-armadura-mecanismos/

Monsonís, V. (2010). Mecanismos de defensa. Recuperado el 17 de agosto de https://pudiendoestarbien.blogspot.com/2010/10/ya-nos-hemos-enredado-socialmente.html

 

(*) Psicóloga. Máster en Psicología Clínica y especializada en Educación Emocional y en Atención Temprana.

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