“No sobran vacunas, señora concejala socialista, falta responsabilidad”. Me llamo Verónica Mengual. Somos cuatro infectados en mi familia por coronavirus. El padre de mis hijos y mis niños hemos caído como moscas. Si me preguntan de dónde lo ha pescado mi familia, me atrevería a decir sin ápice de dudas que en la Residencia de Ancianos Santa Lucía de Dénia. ¿Por qué diría esto? Porque desde hace más de siete años el padre de mis hijos es el jardinero de este recinto y porque por las fechas, él se infectó en aquella primera ola que dejó casi una treintena de infectados en la residencia. ¿Me puedo equivocar? Sí ¿Tengo derecho a enfadarme cuando dicen que sobraba una vacuna? Sí.
Hoy miércoles nos hemos levantado de la cama por primera vez en casi una semana, casi todos, porque el padre de mis hijos sigue sin fuerzas y se ahoga al respirar. Más nos habría valido no mirar las noticas, en especial una que dice que una edil socialista se vacunó porque sobraba una vacuna. No creo que sobrase, señora mía, porque tal vez fuera de ese jardinero que lleva trabajando en la Residencia más de siete años, y para que en su momento también se negaron a hacerles las pruebas PCR (o las que hacía el señor Antonio González) cuando se destapó la pandemia, tuviera más derecho a tener esa dosis. Tal vez no. Se excusan en que pertenece a otro departamento. Me río, yo, sin humor, de su suposición, más cuando he visto a mis dos hijos en la cama con miedo morirse por la enfermedad, y llorando por ver a su padre ahogarse. Más cuando la clase de hijo pequeño ha sido confinada, porque, tal vez, sobraba una vacuna. Porque mi madre es factor de riesgo y mi sobrino también lo hemos contagiado nosotros.
¿Sobraba? Un peón mileurista del ayuntamiento de Dénia al que no se ha tenido en cuenta ni a la hora de hacer un simple test, que les tuvieron que obligar en su momento desde Recursos Humanos a tenerlo en cuenta. ¿Sobraba una vacuna? Y de nuevo vemos que dimitir no es un verbo.
Si van a usar la excusa de los departamentos, piénsenlo detenidamente. Se ha vacunado a todo Dios en la Residencia, por criterio, por decencia y porque era lo que tenía que hacerse. A todos menos al jardinero que se ha puesto con cuarenta de fiebre, que nos hemos turnado para cuidarnos entre él y yo y mis hijos. Con un perro que no baja a la calle durante hace siete días. ¿Y los conserjes que dependen de Educación y trabajan en la Residencia?
Entonen el mea culpa y ya que no pueden volver el tiempo atrás y hacer las cosas bien, háganlas ahora. ¿Sobraba una vacuna? No soy una persona espiritual, pero por amor de Dios, no vuelvan a decir que sobra una vacuna, no cuando mi familia está como está porque la clase política se ha saltado los cauces y de nuevo pone en riesgo al que no debería estarlo. Siete años en la residencia y ninguna consideración por parte de ningún político. De un departamento se echan la culpa al otro. Pero sobraba una vacuna. Lo que me impulsa a pedir que haga una reflexión, señora concejala, como comprenderá, es el monumental enfado que arrastro al ver sus explicaciones que ni me importan, ni las quiero, ni me satisfacen. El padre de mis hijos… ese que llevaba trabajando siete años y que podía ser un riesgo para los propios residentes y ha sido un riesgo para su familia, ¿no merecía vacunarse antes que usted?
¿De qué me sirve a mí que me digan que no se han bajado los sueldos desde esta pandemia, porque trabajan más que antes, cuando no se tiene un en cuenta a un trabajador por el que ustedes deben velar? Háganselo mirar, porque me importa tres pares de narices que sean rojos, azules, lilas, verdes o morados. Considero que han jugado con la salud de mi familia y eso no lo voy a perdonar.